En las sombras de la antigua ruta de la Seda, nuestro destino se dibuja como una línea tenue hacia España. Fernando, ese enigmático diplomático cuyas credenciales parecen tan sólidas como el humo, nos proporcionará los visados necesarios. Sus conexiones con la embajada son como telarañas en la oscuridad – útiles pero inquietantemente frágiles. El libro, ese objeto maldito que pesa en nuestras conciencias más que en nuestras manos, viajará en una valija diplomática, como si el papel oficial pudiera protegernos de lo innombrable.
Kazajistán es nuestro punto de partida. Anna traza rutas en el mapa con dedos temblorosos, cada línea como una cicatriz en el papel. La búsqueda de su padre se ha convertido en un laberinto de sombras y susurros. Este estudio, esta obsesión que nos consume, podría ser el trabajo de nuestras vidas… o el final de ellas.
Los días se han vuelto extraños, como si el mundo hubiera perdido su solidez. Las miradas de los transeúntes ocultan secretos oscuros, y hasta el aire parece cargado de presagios. El taxi que tomamos desde el hotel serpenteó por calles que parecían retorcerse bajo las ruedas, como si la ciudad misma intentara confundirnos. Los vehículos que nos seguían eran como sombras persistentes, siempre al borde de nuestra visión.
[Informe de inteligencia – República de Kazajistán] I.Ref. 2643. 456. 67
El documento oficial intenta mantener su frialdad burocrática, pero entre líneas se filtran anomalías. Los sujetos cruzaron la frontera a las 15:45, ese momento preciso cuando el sol comienza su descenso y las sombras se alargan. La valija de Anna Fiodorishava Kadawish atrae miradas como un imán atrae limaduras de hierro. El grupo, liderado por el científico japonés Muraki, se mueve con la cautela de quien sabe que está siendo observado. Fernando, ese español que no es lo que parece, emerge como una figura nebulosa en los informes. Su conexión con la embajada rusa está envuelta en un silencio que grita verdades ocultas.
[Informe policial – F.E.E] El relato del incidente en el túnel de Sedinask rezuma horror entre sus líneas burocráticas. La oscuridad que envolvió el tren no era natural – era una oscuridad viva, hambrienta. Los atacantes de blanco, como espectros en la noche, se movían con una precisión sobrehumana. El spray que usaron olía a sueños antiguos y pesadillas olvidadas. La desaparición de la valija no fue un robo – fue como si el objeto hubiera sido borrado de la realidad misma.
Desde entonces, el silencio entre nosotros es como un cuarto pasajero, pesado y opresivo. Las palabras mueren en nuestras gargantas mientras cruzamos Europa. Cada estación, cada kilómetro nos acerca a algo que no podemos comprender. Fernando habla de contactos en España – un investigador del CSIC y un periodista especializado en lo paranormal. La ciencia y lo oculto se entrelazan como serpientes en nuestro camino.
El libro hablaba de la muerte como un velo permeable, una membrana entre realidades que vibran en frecuencias prohibidas. Los universos paralelos se rozan entre sí como páginas de un libro maldito, y en sus intersticios se ocultan verdades que la mente humana no está preparada para comprender. Los artefactos mencionados en sus páginas desafían la cronología conocida, como si el tiempo mismo fuera una ilusión frágil.
La oscuridad que Fiodor describió en sus notas ahora nos envuelve como un sudario. Es una entidad viva que respira, que piensa, que consume. Busco desesperadamente una explicación científica, pero la razón se desmorona ante lo que hemos presenciado.
[Notas de Anna] La llamada de mi padre a las tres de la madrugada fue el principio del fin de nuestra normalidad. El libro que nos mostró esa noche palpitaba con una energía antigua y maligna. Las runas y el latín en sus páginas parecían cambiar cuando no las mirábamos directamente. La mención de Filemon Bustamante y «la entidad» en «tierra de misiones» son piezas de un rompecabezas que temo completar.
Nos vigilan. No son personas, no son sombras, son algo más. Algo que existe en los espacios entre la realidad. Compartimos nuestras notas y recuerdos como náufragos compartiendo las últimas provisiones. Cada día es una lucha por mantener la cordura, por no permitir que la magnitud de lo que hemos descubierto desarme nuestras mentes.
Página 305 del diario Personal de Akio Muraki.
Cuando mi Padre me llamó alterado a las tres de la madrugada diciéndome que tenía que partir sin demora. No entendía nada y pensé que era una broma, ahora después de lo pasado en el tren ya entiendo su voz nerviosa y el miedo que la provocaba. Esa misma noche me enseñó el libro, lo hizo en un grado de excitación máximo y con unos ojos enrojecidos, inyectados en sangre, de llevar mucho tiempo sin dormir. El libro trasmitía unas sensaciones nunca vividas para mí, al principio no podía creer que fuera cierto. Pero sentía algo que estaba fuera de lo común, una sensación de que había algo que tenía que ser descubierto. Esas palabras en latín junto a runas totalmente desconocidas y esos arcaicos artefactos que parecían anacronismos sacados de un libro de ciencia ficción. La ofuscación incomprensible duró poco, la repentina huida de mi padre y sus concisas notas me sacaron de cualquier tipo de pensamiento sobre la veracidad de la historia. Entre las indicaciones que más me sorprendieron, fue sobre a quién dirigirme. Desconocía como me padre había conseguido esos contactos y porque debía confiar en ellos. Tengo que dirigirme a un tal Filemon Bustamante, Un paraguayo ingeniero de “la entidad” que es de su máxima confianza. Desconozco que es “la entidad” pero se encuentra en “tierra de misiones”. La búsqueda tiene que ser lo más discreta posible, pero viendo a lo que nos enfrentamos no creo que sea posible escondernos a ellos. ¿Acaso mi padre averiguó como ocultarse ante estas “personas”? Todos en el grupo nos sentimos seguidos, vigilados. Un seguimiento que sentimos en personas que están ahí y las que de repente aparecen. En el trayecto de autobús he compartido mis anotaciones y los recuerdos con mis compañeros, todo suma. Intentaremos que entre todos podamos sacar algo que esclarezca este embrollo. Espero que mi mente no me falle y mis recuerdos no cambien lo que vi, porque ante la grandiosidad de lo que manejamos entre nuestras manos y lo que estamos viviendo ya no sé si podremos manejarlos sin caer en una crisis psicotica y alteremos nuestros conocimientos objetivos. Padre, daré con “la entidad” y veré como llegar a ti sin que seamos descubiertos otra vez por estos entes, ni por nadie.
Notas de audio trascritas de Anna Fiodorishava Kadawish en AudPad.


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